Por Björn & Steffen
A finales de septiembre, cuando las temperaturas nocturnas en la montaña empiezan a volverse desapacibles, el cordial Ralph Nöth, de Murnau, realiza su invitación anual a la ronda Karwendel-Wetterstein-Brevet. Un recorrido circular de gravel por el espectacular paisaje de los Alpes bávaros y tiroleses, con 3500 m de desnivel a lo largo de 200 km.
La ruta parte de Murnau por la reserva de Murnauer Moos, pasa junto a Garmisch y rodea el macizo del Zugspitze por la sierra de Wetterstein, después llega a Mittenwald y continúa por el valle de Karwendeltal y la reserva de Kleiner Ahornboden para regresar a Murnau.
Las reseñas hablan de un recorrido con tramos muy agrestes y grava gruesa, por lo que, a la hora de seleccionar la bici, descartamos la PARALANE y nos decantamos por mountainbikes rígidas ligeras con gomas anchas: queremos disfrutar de la máxima seguridad posible ante pinchazos en el terreno alpino.
Para esta aventura, nuestras RAVEN de campo traviesa son las bicis perfectas. Queremos completar el recorrido en dos etapas tranquilas haciendo noche, así que cargamos nuestras alforjas con las bicis y tomamos la autopista en dirección a los Alpes.
Llegamos a las montañas por la noche con un tiempo magnífico y mucha ilusión, nos reponemos con pasta y una buena cerveza de trigo y nos retiramos pronto a la pensión, ya que mañana toca madrugar.
A las 6:30 y con casi cero grados llegamos al punto de salida en el «Velo-Welt» de Murnau, donde tomamos un pequeño desayuno y un café caliente. Partimos por fin a las 7:30 y rodamos ligeros en un grupo grande bajo el sol matutino.
Tras la primera ascensión larga entre Garmisch y Ehrwald y una breve visita al refugio de Hochthörle, en el kilómetro 70 nos espera la empinada y larga subida hasta la pradera de Ehrwalder Alm. El sol pica y las gotas de sudor empiezan a caer sobre el cuadro, aunque llevamos un buen rato pedaleando solamente con culote corto y maillot.
Tras un largo y veloz descenso por grava por el valle de Gaistal, rodamos finalmente hacia la apacible localidad de Mittenwald, donde nos quitamos el polvo del camino con una cerveza fría bajo el cálido sol de la tarde.
El segundo día arranca nublado y con el ascenso más largo de la ruta: 20 km y 1000 metros de desnivel con tramos de grava gruesa por el valle de Karwendeltal hasta el collado de Hochalmsattel.
Enseguida encontramos nuestro ritmo y pedaleamos con cadencia monte arriba. Durante la siguiente hora y media guardamos silencio: el aire, cada vez más ralo, es un bien preciado.
A 1800 metros de altitud, el ciclocomputador indica solo 3 grados, y con nuestros maillots empapados de sudor nos guarecemos a toda prisa en el cálido salón del refugio.
Tras una sopa caliente en el Karwendelhaus, nos toca ponernos toda la ropa que llevamos antes de completar el descenso interminable hasta la reserva de Kleiner Ahornboden. La agreste pista exige concentración y técnica, pero nos resarce del duro ascenso y nos ilumina la cara con una amplia sonrisa.
Con la tarde avanzada llegamos finalmente al patio del Velo-Welt, agotados pero felices.
Los corredores más rápidos han completado el recorrido sin pernoctar: llegaron a la meta en la noche del primer día. No los envidiamos. Hemos disfrutado cada segundo de la ruta y, por nosotros, podría haber durado mucho más todavía.