Texto por Martijn
¿A quién no le encanta un viaje a las montañas con un grupo de tus mejores colegas ciclistas? A Ride Beyond Crew desde luego que sí, y cuando volvieron de su rápida escapada a las Ardenas, pronto comenzaron las charlas sobre cuál podría ser la próxima aventura. Se dejaron algunas ideas en el buzón de sugerencias, se pidió a los seguidores que hicieran sus sugerencias y se emitieron los votos. Con el resultado de que el próximo gran viaje iba a ser una aventura para explorar, muy posiblemente, la cordillera más bella de Europa: ¡los Dolomitas italianos!
Cuado hicimos nuestros planes para ir a los Dolomitas con el grupo, obviamente queríamos hacer juntos algunas rutas divertidas para explorar el entorno y buscar los mejores espressos y tentempiés italianos. Pero, de algún modo, la visita a la zona en la que se celebra la legendaria Maratona dles Dolomites parece que no está del todo completa sin hacer un día realmente largo y exigente en el sillín para supera rnuestros límites. Así es como surgió nuestra idea del desafío Yolomites 200: una versión extendida del desafío Maratona, afrontando la subida adicional a Tre Cime. Martijn ascendió este monstruo en un viaje previo al amanecer y, sinceramente, desde entonces no ha dejado de hablar de aquella imagen., así que debe de merecer la pena - o eso pensamos...
Empaquetamos nuestras bicis
Empaquetamos nuestras bicis (cuatro IZALCO MAX y una PARALANE²) y partimos hacia Italia un Miércoles, muy pronto por la mañana para llegar a tiempo para una buena cena y dormir bien. En el hotel no sólo teníamos platos llenos de hidratos, también había un lugar donde guardar apropiadamente nuestras bicis y, además, nuestro anfitrión Klaus nos dio algunos buenos consejos.
jueves
Nuestra primera ruta de calentamiento el Jueves nos llevó por los pasos de Valparola y Camplongo. Unos primeros 60km fáciles y bonitos para empaparnos del aire de los Dolomitas y disfrutar de las espectaculares vistas que ofrece esta zona. Con dos paradas obligatorias para el café en los Rifugio de las cimas y pasando mucho tiempo haciendo fotos, volvimos justo a tiempo para librarnos de algo de lluvia. Por suerte, resultó ser el único mal tiempo que tendríamos en todo el viaje, así que nos relajamos en nuestras bañeras durante el resto de la tarde y disfrutamos de otra cena espectacular.
Viernes
El segundo día, subimos todos juntos el Passo Campolongo por la otra vertiente, antes de dividirnos en dos grupos para las próximas horas. Mike se fue con Jasmijn y Lion por la clásica Sella Ronda, una de las rutas locales preferidas de los ciclistas. Disfrutaron de las vistas del Passo Sella y Pordoi, y casi seguro que Mike les apretó un poco en la última subida a Gardena. Roel y Martijn optaron por una ruta ligeramente más larga, añadiendo el Passo Fedaia a este circuito clásico. Menuda subida, parecía que durara horas y los últimos 5 kilómetros fueron un auténtico sufrimiento. Por suerte, el pequeño restaurante en la cima de este puerto tiene una enorme variedad de tartas, con lo que pudimos reponer fuerzas para el resto de esta preciosa ruta.
Nos reunimos todos de nuevo en un pequeño restaurante en La Vila, justo a tiempo para comer una lasagna. De vuelta en el hotel, nos lo tomamos con calma. Con Mike, Martijn y Roel nerviosos por el desafío Yolomite del día siguiente y Jasmijn y Lion como equipo de asistencia para el desafío, asegurándose de que todos tuvieran suficientes avituallamientos para el largo día que les esperaba.
0:50 AM esa noche.
Martijn y Mike están tramando algo, mira este vídeo que hicieron para descubrir qué tenían planeado:
Las alarmas sonaron a las 6:00 para desayunar pronto y hacer unas últimas revisiones a las bicis. Martijn logró milagrosamente reunir una renovada confianza y estaba deseando que la ruta empezara. Las primeras subidas se hicieron fáciles, no había prisa y no queríamos gastar todas nuestras balas demasiado pronto. Quizás este comienzo tranquilo nos pasaría factura al final del día, pero simplemente disfrutamos de este perfecto comienzo de un largo día en el sillín. Passo Campolongo era el primero, sin demasiado desgaste. El Passo Pordoi se subió con una cadencia alegre en los desarrollos más altos, Passo Sella ofrecía unas vistas espectaculares una vez más, y quizás las piernas comenzaron a dar las primeras señales de fatiga acumulada, pero nadie les prestó mayor atención, porque sabíamos que justo después de la cima hay un precioso restaurante junto al lago con unos cappuccinos excelentes.
Después de esta rápida parada en boxes, estábamos de vuelta en la faena para subir la pequeña pendiente a Grödner Joch, mientras que el equipo de asistencia nos seguía y paraba en las zonas más bonitas para hacer algunas fotos y grabar este reto. Descender el Grödner Joch también suponía finalizar el primer círculo de nuestro recorrido en forma de 8. Un logro que Martijn celebró entrando un poco demasiado rápido en una de las curvas de herradura y besando ligeramente el suelo. Quizás pienses que no era el mejor momento para ponerse romántico, en mitad de una ruta de 200km por los Dolomitas, y tienes toda la razón.
Por suerte, la bici estaba intacta, pero el culotte estaban definitivamente rotos. Hemos visto suficientes etapas del Tour de France para saber que lo primero que haces después de una caída es subirte de nuevo a la bici, así que rápidamente nos pusimos de nuevo en marcha, con la gigantesca subida al Passo Giau esperándonos. Esta era la subida de las que nos advirtió nuestro anfitrión Klaus, la más larga y empinada del día, y no bromeaba...
Cuando llegamos a la cima de este interminable, pero increíblemente precioso, sexto paso de montaña, nos fijamos en qué hora era por primera vez en todo el día. 3pm y todavía ni siquiera habíamos pensado en la comida, nuestras piernas estaban vacías y sólo habíamos hecho la mitad de los metros de desnivel acumulado planeados para este día... ¿Realmente habíamos caído en esa trampa una vez más? Tomamos rápidamente un gel energético y nos prometimos que pararíamos a comer algo al finalizar el descenso...
4PM: ¿y ahora?
4pm: comimos pizza y discutimos sobre nuestros planes para el resto del día. Difícil elección, pero decidimos saltarnos la subida adicional a Tre Cime. Estábamos vacíos, el tiempo se acababa y estábamos mentalmente 'geknakt" (rotos). Eso suponía que nos quedaba una última subida larga, Passo Valparola, 15km sin hablar ni una palabra, algunas canciones de Roel y un accidente un poco escatológico de nuestro equipo de grabación. Para cuando llegamos a la cima de Valparola a 2.168m de altura, sentimos un subidón natural al saber que habíamos terminado e incluso disfrutamos del último descenso muy muy frío a Badia. Nos habíamos ganado una cerveza, o dos.
Domingo
El Domingo fue un último día fácil para estirar nuestras machacadas piernas, más vistas preciosas, con una pequeña joya oculta que nos recomendó Klaus y que compartimos contigo: Passo delle Erbe.
Todos esperamos poder visitar de nuevo los Dolomitas el año que viene, porque sabemos que queda mucho por explorar, quizás hasta un pequeño tramo fuera de carretera :)