Una escapada en bici en un lugar cualquiera. Porque el lugar y el momento no importan; los ciclistas son siempre ciclistas. En cualquier lugar, en cualquier momento. Cuando dos pelean, ambos disfrutan. Digamos que nuestra historia sucede en Fráncfort. Digamos que Phil y Ben quedan espontáneamente. Y las cosas siguen su curso...
Phil
Ha integrado perfectamente la bici de carreras en su estilo de vida. Atleta, pero no asceta. Las apariencias no engañan. Jamás guardaría su bici en el sótano. El estilo importa, no hace concesiones. Nunca se subiría a la bici sin la ropa adecuada.
Ben
Ciclista de pies a cabeza, sus piernas no dejan lugar a dudas. Cuando compite, sus rivales tiemblan. Entrenar es su hobby ideal. En compañía de otros como él, siempre en busca de nuevos retos y del estilo perfecto sobre la bici.
VAYA, PARECE QUE VA A LLOVER.
MALDITA SEA, DEMASIADO TARDE...
Dos amigos, dos rivales. La clásica pareja. Sin excusas, la bici no tiene piedad. Un combate sobre pedales. Los dos saben a qué han venido. La meta es el monte Feldberg. Una ruta de primera. El punto más alto de la región, así de simple. Siempre fue así con ellos.
SALE EL SOL, LLEGA EL...
Los primeros rayos del sol calientan los muslos. Liberan los músculos del frío atenazador. Pero ahora, cuidado. El que primero se lance, gastará su pólvora.
Tras la primera escaramuza llega otra vez la calma. Nuestros dos rivales avanzan orgullosos por la carretera. Es la calma antes de la tormenta. En sentido literal y figurado. Para aumentar el dramatismo, caen las primeras gotas sobre los cascos de nuestros protagonistas. Observemos de cerca los rostros de nuestros héroes. ¿Muestran miedo? Solo vemos determinación.
El aguacero rompe el armisticio
La llovizna aumenta y se convierte en chaparrón. El frágil armisticio se rompe definitivamente. Nuestros protagonistas pisan con fuerza los pedales, al ritmo de la lluvia. Hombre y máquina, una sola pieza.
ATAQUE TRAS ATAQUE
El sudor se mezcla con la lluvia y la niebla, la visibilidad disminuye. Pero la meta sigue estando clara. Arriba. El que primero llegue arriba, gana. Tan sencilla la meta, y tan pesadas las piernas. El que muestre debilidad ahora, pierde. Nuestros valientes lanzan ataque tras ataque. Ninguno cede. Se castigan para alcanzar nuevos récords. Y así estrechan su amistad. Crece con la fuerza de sus piernas.
PERO LA CARRERA CONTINÚA...
Una carrera sin línea de meta clara. Una carrera infinita. Una carrera sin claro vencedor. Porque la carrera es más importante que la victoria. El vencedor siempre será desafiado, y otro lo reemplazará. La carrera siempre permanece.
Nadie escapa a la magia del momento. Cuando a la estética y la elegancia se le suma el ímpetu de la fuerza pura. Cuando la velocidad aumenta, y los relevos convierten el grupo en un móvil perpetuo. Las bicicletas engranadas entre sí. Cuando ya no sientes el dolor, expulsado por la adrenalina del triunfo.
La bicicleta de nuestros protagonistas:
IZALCO MAX